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Cosas de la vida - Respeto parte 3

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610vann1's avatar
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Cosas de la vida - Respeto

Parte 3





(Historia basada en hechos reales)




Últimamente he analizado mucho esta frase:


¨No le hagas promesas a una chica si sabes que no puedes cumplirlas¨


La primera vez que la escuche fue proveniente de un videojuego, chistoso saben, es interesante ver que cuando eres niño ignoras muchas cosas de la vida y simplemente no las comprendes del todo, pero ahora cada vez que volteo a ver mi pasado no dejo de pensar en la absoluta verdad de esta frase.

Me quede parado en el salón como zombi por un momento, de repente mi cerebro se había desconectado del mundo exterior para poder concentrarse solamente en aquella persona que se retiraba en brazos de la psicóloga, tan llena de tristeza que hasta lo desbordaba con sus llantos, nunca pude soportar verla en esa condición, al perderlas de vista fue en ese momento cuando mis neuronas revivieron logrando que mi cerebro reaccionara, muchas personas se me quedaron viendo, aunque a mí la verdad no me molesto en lo absoluto, lo ignore por completo sabiendo que había cosas más importantes que hacer, en seguida sin perder el tiempo tome mi mochila que se encontraba en el mismo lugar donde la había dejado, me dirigí a la salida, me acerque con mi profesor de matemáticas que ya había llegado con todo mi salón y le comente la situación.

     - Disculpe maestro, no podre estar en su clase, póngame falta si gusta.

Mi profesor simplemente me contesto con mucha naturalidad.

     - Puede retirarse.

Ventajas de caerle bien al profesor además de siempre tener atención en su clase, completamente agradecido sin decir nada más me retire seguido igual por muchas miradas ante de mis compañeros de clase como de la escuela, muy seguramente de varios profesores mas pero como no quise prestar atención a los detalles tome paso veloz al despacho de la psicóloga no sin antes de que Marco me tomara por el hombro.

     - ¿Oye Giovanni?, ¿Estas bien?

Sin detenerme le levante el pulgar en señal de aprobación, pero por supuesto que no era del todo cierto, él lo noto y decidió no realizar ninguna pegunta más.

     - Ella va estar bien amigo – me comento por ultimo antes de soltarme por fin del brazo.

Le di una leve sonrisa mostrándole que no se preocupara por eso, seguí caminando esquivando gente y comentarios que disculpen las groserías, eran un poco estúpidas.

     - ¿Te van a expulsar wey?
     - Bien hecho wey – con tono burlón.
     - Oye wey, ¿Que le hiciste para que llorara así?

Curiosamente todos los comentarios llevaban la palabra wey, una palabra muy usada en mi país para dirigirse a una persona que no conozcas o simplemente para insultar.

Por fin había llegado al edificio donde se encontraba la psicología y la dirección de la escuela, entre a toda velocidad para no seguir escuchando tonterías.

Una vez dentro conociendo ya donde se encontraba la psicóloga por mi anterior experiencia me dirigí me dirigí  a su oficina, al llegar a la puerta, toque tres veces antes de entrar, no me atrevía a hacerlo sin antes tener permiso, al final escuche la voz de la psicóloga.

     - Adelante, cierra la puerta – respondía con un tono muy moderado.

Yo entre igual sin mencionar palabra alguna, cerré la puerta como ordeno y me acerque a su escritorio, la psicóloga (que disculpen pero no tuve la molestia de aprenderme su nombre) siempre llevaba su bata blanca que comúnmente la caracterizaba, además utiliza unos lentes cuadrados dándole un mayor toque a su personalidad de psicología, ella se encontraba sentada en su silla colgando una llamada que tenía en su teléfono.

     - Siéntese por favor.

Aun sin hablar obedecí a la primera sentándome en una de las dos sillas disponibles que se encontraban en frente de su escritorio.

A pesar que no era la primera vez que hablaba con esa mujer, he de admitir que me sentía incómodo al estar en ese lugar, ella imponía orden y autoridad al hablar obligándote siempre a que digas la verdad, una de las habilidades de su trabajo me imagino yo.

Se quedó viendo a su computadora moviendo el mouse, creo que estaba jugando con mi mente para ver si hablaba primero, lo cual no hice.

     - Entonces, porque no me cuentas lo que paso – ordenaba con un toque de interés en lo ocurrido.
     - Pasaron muchas cosas – respondía por fin con voz muy baja.
     - Entonces comience desde el principio, ¿Que origino todo esto?
     - ¿Cómo se encuentra? – evadía su pregunta mostrando más interés en el bienestar de la joven.
     - Por favor conteste mi pregunta – decía sin perder el control.
     - Le diré todo lo que quiera, pero solo dígame como esta ella, por favor.

Ella creo que tardo alrededor de 5 segundos en contestarme.

     - Está bien, ahora mismo el doctor la está revisando, tiene heridas leves, nada de qué preocuparse.

Esa respuesta me calmo los nervios un poco, pero no iba a tranquilizarme por completo hasta verla personalmente.

     - Ahora conteste mi pregunta señor Gloria, ¿Qué paso?

Sin hacerles el cuento largo, le conté todo lo ocurrido, todo, hasta el más mínimo detalle, lo que menos quería era tener de enemiga a la psicóloga, ella escuchaba atentamente la historia fingiendo indiferencia, pero yo sabía que en el fondo ella se moría del chisme, una vez que llegue al momento en que nosotros casi nos besábamos en el salón me colore como un tomate, mis orejas se calentaron, intentando evitar que se diera cuenta voltee para todas partes cruzando mis brazos, claro que esto no le paso de alto a ella.

     - A ver, déjeme ver si entendí, ¿Usted se enamoró de una chica que no conoce y para empeorar las cosas fue con su compañera que armo escándalo el primer día?
     - Lo resumió bien – respondí aun con los brazos cruzados.
     - Por favor no cruce los brazos.
     - ¿Por qué? – pregunte confundido.
     - Es para saber si me está diciendo la verdad y casualmente todo lo que me ha contado lo hizo con los brazos cruzados, eso me indica que usted me miente o que no me está contando toda la verdad.
     - Todo es verdad, le he dicho todo, se lo prometo.
     - Lamento decirle que sus promesas no bastan señor Gloria, déjeme recordarle que usted ya está bajo amenaza de suspensión si causaba otro escándalo en la escuela y mire nada más como volvemos a vernos.
     - Pregúntele a Mo…e, ella lo confirmara.
     - Si, en eso tiene razón, solo ella sabe lo que ocurrió de verdad y créame que se sabrá la verdad de todo esto, espero por su bien que no me oculte nada.

Trague saliva, no había dicho ninguna mentira pero si me preocupaba el simple hecho de que no confiara en mí, solo quedaba una cosa… esperar.

     - Ahora le voy a pedir un favor.

La psicóloga abrió un cajón de su escritorio, de este saco un frasquito pequeño y una tapa y me lo entrego en la mano con autoridad, yo me mostré confundido.

     - ¿Qué es esto? – le pregunte aun con el frasco y la tapa en la mano.
     - Un frasco para prueba de antidoping.
     - ¿Es broma cierto? – eso era lo más indignante que me habían pedido en la vida.
     - Es procedimiento estándar señor, es para asegurarnos que usted no se encuentre bajo influencias de sustancias toxicas.
     - Por Dios, ¿Me cree usted un drogadicto?
     - No se trata de lo que yo crea señor, para eso es la prueba, para verificar que no tomemos suposiciones erróneas.

Mi rabia se encontraba por las nubes, como odiaba a esa mujer.

     - ¿Si lo hago confiara en lo que le dije? – preguntaba muy enojado con ella.
     - Ayudará – me respondió con una frialdad abrumadora.
     - ¿Desea que lo haga en frente de usted ya que estamos en confianza? – me burlaba de ella con la misma frialdad que me había respondido.
     - No sea ridículo, lo acompañare al baño, lo esperare afuera verificando que de verdad sea su orina.
     - Si claro, lástima que elegí un mal día para olvidar mi bolsita de orina falsa para utilizarla en este tipo de casos.
     - No me agrada su tono señor Gloria – respondía aun si perder la cordura.
     - ¡Ayude a una compañera que estaba en apuros, eso fue lo que paso maldita sea!
     - No hay necesidad que grite, estoy aquí.
     - ¿Sabe qué?, olvídelo, ¿Gusta que le sirva el vaso lleno? – seguía aún burlándome de ella.
     - Con la mitad basta, gracias.

Y pues… no quiero ser específico en esto así que solo digamos que pasaron 6 minutos para que estuviéramos con la mercancía lista, afortunadamente había un baño dentro de su oficina, así no tuve que pasar la vergüenza de que alguien me viera.

     - Ahí está, recién hechecito como le gusta.

Ella ignoro mi comentario, se colocó unos guantes de látex y tomo el frasco envolviéndolo en un trapo azul

     - Gracias, espéreme afuera por favor en lo que salen sus resultados,

Salí de inmediato a tomar un gran respiro, de verdad que no me creía las consecuencias que me daban ayudar a una compañera del Bulling, ¿Ahora resulta que hacer lo correcto es malo?, no vengan con tonterías por favor.

Bueno, posteriormente ya sin bromas estuve sentado afuera de su  oficina por un buen tiempo callado, o quizá solo fueron minutos pero al estar aún enojado se me hacían horas eternas.

Aunque al final me comencé a morir de la risa al recapacitar lo que le había dicho a la psicóloga, admito que había sido grosero, pero joder, como había disfrutado burlarme de ella.

Observe como la psicóloga abrió la puerta para permitirme entrar, una vez adentro me pregunto varias cosas.

     - ¿Fue tan difícil ayudarnos a mostrar su cordura?
     - De hecho no fíjese, es más creo que lo disfrute, hagámoslo de nuevo.

Ella frunció el ceño, creo que comenzaba a desquiciarla, pude ver como tomaba un gran suspiro intentando serenarse.

     - ¿Qué estamos esperando? – pregunte intranquilo.
     - Mande ya sus pruebas para que las revisaran, no tardaran mucho.
     - ¿Y dónde está Mo…e?
     - Si yo fuera usted me preocuparía más por mí mismo señor.
     - El que nada debe nada teme, ¿O acaso ahora soy culpable hasta que se demuestre mi inocencia?

Ella no contesto, igual se quedó de brazos cruzados observándome detenidamente, fue un largo incomodo minuto de silencio hasta que tocaron a la puerta.

     - Adelante.

Curiosamente un joven de mi edad, o al menos eso aparentaba, entro con un raro aparato en su mano, parecía más o menos una prueba de embarazo portátil, pero con funciones diferentes.

     - ¿Y bien?
     - Esta limpio – contesto el joven entregándole el aparato.
     - Enhorabuena señor Gloria, parece que si me decía la verdad.

Me quede callado para no mandarla a la…

     - Bien, ya que todo esta orden puedo ver a Mo…e  – hablaba con la mayor cordialidad que podía a pesar de las circunstancias.
     - Temo que ella en este momento está hablando con la directora, llamaron a sus padres y seguramente también llamara a los suyos.
     - ¿Pero por qué?

Todo empeoraba, pero justo en ese momento la puerta se abrió de nuevo, voltee mi mirada de inmediato, era ella, por fortuna ya había dejado de llorar, pero sus ojos la delataban, se encontraba muy pálida a pesar de que su tono fuera blanco, la directora la escoltaba y al verme dejo la puerta abierta.

     - Retírese señor, déjenos hablar a solas.

No objete nada, pero no me agradaba nada la idea de no escuchar el testimonio de ella, salí de nuevo de la oficina y ahora si estoy completamente seguro que estuve una hora afuera o quizás más.

     - Me moría del aburrimiento, pero que más podía hacer que esperar, era tedioso, creo que hasta me estaba durmiendo, afortunadamente no paso a mayores.

Cuando por fin la puerta se abrió mi sueño desapareció al instante me levante del suelo de un alto antes de que me vieran y me acerque a la puerta, pero so lo pude ver como la joven y la directora se retiraban a toda velocidad, es como si me estuvieran evitando, seguidas de ellas salió la psicóloga y se puso a mi lado para detenerme al observar que iba tras de ellas.

     - Suélteme por favor – mi enojo ya había desaparecido, en ese momento solo deseaba hablar con ella.
     - Es mejor que le de algo de tiempo Giovanni, pasó un mal momento y necesita su espacio.
     - ¿Ahora me llama por mi nombre? – comente sorprendido.
     - Yo también fui joven, disculpe, ahora me doy cuenta que no mentía en nada.
     - Está bien, ya paso, no se preocupe por eso, ¿Pero sigo sin entender por qué no puedo hablarle?
     - Tengo la impresión que usted lo sabe.
     - ¿A qué se refiere? – solo conseguía confundirme más.
     - ¿Por qué ayudo a su compañera?
     - Por Ética, cualquiera lo hubiera hecho.
     - ¿Está seguro de eso, cualquiera?

Comenzaba a entender a qué se refería, generalmente cuando una persona sufre bulling y otras personas son conscientes de eso, hacen dos cosas, o lo ignoran o se quedan mirando burlándose del acosado.

     - ¿Usted también sufrió eso verdad?

A pesar que aun sentía un ligero disgusto con ella, ese momento admití que era buena en su trabajo.

     - Si – conteste casi susurrando.
     - ¿Desea hablar de eso?

Nos quedamos viendo a los ojos.

     - No, eso ya es pasado, lo que me preocupa es lo que viene.

Creo que mi respuesta la dejo satisfecha.

     - Puede retirarse, lo llamare después.

No mencione ninguna palabra más, tome mi mochila, me la colgué del hombro sin prisa y camine tranquilo a mi última hora de clase, ya había perdido las anteriores.

Seguí el consejo de la psicóloga, no hable con ella durante el resto del día, me fui a mi casa con la consciencia tranquila ya que sabía que había hecho lo correcto aunque me metiera en problemas.

Tarde bastante en darles una buena explicación que convenciera a mis padres que todo estaba bien, me fui a la cama muy temprano, deseaba descansar de tan agotador día hablando psicológicamente.

A la mañana siguiente en la escuela todos se me quedaban viendo, cosa que ya me esperaba desde un principio, ya me había acostumbrado, pero aun había una ligera molestia al ser acosado por tantas miradas, intentaba ignorarlo con todas mis fuerzas pero a veces se me complicaba, cuando llegue a mi salón vi que ella no estaba, eso me entristeció un poco, pero comprendía la razón por la que no fue ese día.

Paso el día, el firmamento se movía, yo tenía mis clases, afortunadamente después parecía un día normal dentro de lo que había pasado, solo algunos de mis mejores amigos y amigas preguntaban lo que había sucedido y yo con gusto les contestaba al menos durante ese día.

Al siguiente día ahora si fue el mismo infierno para mí, y no precisamente me refiero a mis compañeros por sus constantes preguntas, sino porque a la primera hora vi a esta joven sentada donde siempre hasta el final del salón, mi asombro me abrumo, creí que iba a tardar más de una semana en volver pero al parecer no fue así, me dirigí hacia ella, pero al verme se levantó de su asiento de inmediato alejándose a toda prisa de mí, todo el salón incluyéndome noto este acto, me entristeció mucho ver que no deseaba que estuviera a su lado, pero respete su decisión sentándome hasta el frente de la clase en vez de hasta atrás, estaba a un salón de distancia cuando comenzó la clase de Historia.

No supe de qué rayos fue el tema de la clase, solo podía concentrarme en pensar como rayos poder hablarle sin que ella me evitara, pensé una buena idea casi al final de la clase, al salir puse manos a la obra, me senté en una banca del patio utilizando la misma técnica que ella utilizaba conmigo al principio, tener un libro en la mano para que ocultara mi rostro de ella, pero sabía que era muy lista, por supuesto que se iba a dar cuenta y esa era mi intención, hacerle recordar los buenos días antes de que todo sucediera, podía ver como ella soltaba una ligera sonrisa cada vez que me miraba fingiendo leer, pero en seguida se retiraba reprimiendo sus sentimientos.

     - Tendré que usar medidas drásticas

Graciosamente hable solo, bueno, no tan solo, recuerden que estoy loco así que otro Giovanni grosero vive en mi cabeza hostigándome.

     - Habla con ella Giovanni, vamos, no seas cobarde.
     - Pero ella no quiere.
     - ¿Y?
     - ¿Qué tal si no es un buen momento?
     - ¿Y cuándo será el momento?, habla con ella joder.

Respire muy hondo y me mentalice no irme de la escuela si no hablaba con ella, método que uso para cumplir mis promesas, el pacto estaba hecho conmigo mismo, en seguida me encamine a mi salón ya que muy seguramente la encontraría en ese lugar, aún faltaban 10 minutos para que comenzara mi siguiente clase, así que probablemente solo ella estaría ahí sentada, la ocasión perfecta.

Dicho y hecho ella estaba ahí, al entrar al salón se levantó de un salto de su asiento corriendo a la esquina.

     - ¡Vete! – rogaba gritando.
     - Solo quiero hablar.
     - ¡Largo, no quiero hablar contigo, te odio!

Nada me dolía más que esas palabras, era como acuchilladas al corazón.

     - No digas eso, ¿Por qué me odias?

Ella no me contesto, se limitó a seguir parada en la equina, yo me acercaba lentamente a ella sin dejarle escapatoria ni posibilidad de salida.

     - ¡No sigas! – ya estaba a escasos centímetros de ella.

No la obedecí, al estar suficientemente cerca solo me puse a su lado apoyándome en la pared dejándole vía libre.

     - Está bien, vete – la retaba.

Ella no se movió, se quedó a mi lado mirándome a los ojos, y sin algún sentido o ley que explicara lo ocurrido los pocos centímetros que nos separaban desaparecieron.

(A verdad, ¿Qué creían?)

Nos abrazamos tan fuerte que incluso nos apoyamos en el suelo para no caernos, no mencionábamos nada, no era necesario, con el abrazo comprendíamos todo.

Estuvimos así por un buen rato, y al separarnos sonreímos levemente.

     - Creo que no me odias como dices - jugaba con ella.
     - No... no te odio.
     - Sé que esto sonara tonto, ¿Pero me preguntaba si estás bien?
     - Si – me contesto sonriendo – además, no es tonto.
     - ¿Seguimos siendo amigos?
     - ¿Éramos amigos? – contestaba burlándose.
     - Eso me gustaría creer.
     - Veo que sigues siendo un inútil.
     - Y yo veo que tu sentido del humor y tu vocabulario han vuelto, me da mucho gusto.

Ambos nos morimos de la risa, nuestras carcajadas llegaban hacia fuera del salón, por desgracia las mismas compañeras que la agredieron pasaban por ahí, al ver por la ventana todas se enojaron mucho al ver que aún me juntaba con ella a pesar de sus advertencias.

     - Prometo que esto no se quedara así – le decía mientras aun miraba por la ventana.
     - ¿Qué vas a hacer?
     - Hablare con ellas, las obligare a que se disculpen contigo.
     - No hagas promesas a una chica si sabes que no puedes cumplirlas.
     - Hablo en serio.
     - Yo también hablo en serio, es obvio que te llevas bien con ellas a pesar de que las enfrentaste el otro día, son tus amigas.
     - Eran mis amigas.
     - No, lo siguen siendo, solo espera y veras que no podrás enfrentarlas de nuevo como lo hiciste.

Dios… como tenía razón, actualmente siguen siendo mis amigas, sé que está mal, pero les recuerdo que estas compañeras son fans mías por lo que ustedes gusten, no puedo quedar mal con nadie, una de mis peores maldiciones, ¿Les puedo preguntar algo?, ¿Ustedes que harían sinceramente?, sinceramente por favor.

Y este consejo es más para los hombres que para las mujeres, pero descuiden, también llegara un momento para ustedes chicas.


¨No le hagas promesas a una chica si sabes que no puedes cumplirlas¨





  Continuara…
Parte 1 ---> 610vann1.deviantart.com/art/Co…

Continuando con esta historia muy conmovedora y llena de enseñanzas que les aseguro les ayudara a todos ustedes. ;) :sherlock:

Todo lo mencionado aquí de verdad paso. :omfg:
 

Historia vivida y narrada por su humilde servidor. :icon610vann1: :spotlight-left::bow::spotlight-right:
© 2014 - 2024 610vann1
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hakunamatata502's avatar
¡Facil! Habla con ellas, también tienen que entender que ella es tu amiga.
Pero un consejo: A tus amigas ni se te ocurra ignorarlas D: hay quienes su nivel de ponerse celosas en muuy alto, y pues si intentar hablar con ellas.
Se lo que se siente que te agredan y que de hagan "buying" estuvo bien que estuvieras ahí para apoyarla, fuiste fuerte por ella en ese momento.
No se me dio gracia lo que le dijiste a la psicologa:3 
                                                       Hasta luego n.n/